Anecdotario

Anécdotas de Enrique Obregón (3)

Enrique Obregón

Anécdotas del escritor, periodista, abogado, ex ministro, ex diputado y ex embajador Enrique Obregón, originalmente publicadas en una edición especial de la revista Ventanario sobre el centenario de don Pepe.

Cuando yo estaba de embajador en Madrid, llegó a visitarme don Pepe y le pregunté si quería café o una copa de vino, y me respondió:

-Desde luego que una copa de vino. Eso de que yo no tomo es un invento de Otilio Ulate para desprestigiarme.

Le serví, además, en un pequeño platito, unas almendras. De pronto noté que se estaba asfixiando. No podía respirar. Una cascarita de las almendras se le había quedado pegada y no la podía expulsar ni tragar. De inmediato salté, lo levanté de la silla, y haciéndole presión fuerte desde atrás, sobre el estómago, logré que la tirara. Se quedó un rato sin hablar, pálido, como con un ligero desmayo. Yo estaba sentado al frente, mirándolo con preocupación. De pronto me preguntó: ¿cuántos pares de zapatos tiene usted?

-¿Cómo dice?, le respondí sorprendido.

-¿Qué cuántos pares de zapatos tiene usted?

-Tres, le dije casi sin creer lo que me estaba preguntando.

Entonces me comentó: «pues le sobran a usted dos pares de zapatos. Nunca he entendido para qué una persona quiere mas de un par de zapatos».

—o—

Para una campaña política, recorríamos con don Pepe el cantón de Pérez Zeledón y, por el camino, se nos unía más gente. Al atardecer, ya muy cansados, llegamos a un conocido restaurante de San Isidro de El General. Eramos como setenta personas. Llegó un salonero y comenzó a anotar lo que cada uno deseaba del menú que se nos presentó. Don Pepe, al darse cuenta de lo que sucedía, manifestó,

-Miren muchachos, este salonero durará mas de una hora anotando el pedido de cada uno de ustedes y luego las cocineras tardarán dos horas preparando la comida.

Después se volvió a el salonero, y le despachó lo siguiente:

-No. Borre usted los pedidos y anote arroz con pollo para todo el mundo.

—o—

Don Pepe tenía una obsesión por la siembra de arboles. «Hay que reforestar este país, devolverle a la naturaleza lo que le hemos robado», decía a cada rato. Y, entonces, ideó una forma de sembrar: todos los árboles en fila, de este a oeste, para que el sol penetre entre las filas y los árboles crezcan más fuertes y saludables. Estaba hablándonos de este tema en una charla ocasional, en la sede del partido, y yo le comenté…

-Don Pepe, yo creo que usted está equivocado. ¿Cuándo ha visto usted a la naturaleza sembrar los árboles en fila?

-Pues mire usted, si alguien aquí está equivocada es la naturaleza. Lo que yo estoy diciendo es lo lógico. Algún día se demostrará que yo tengo la razón. Alguien me dijo que los ríos no se devuelven, y yo demostré que si pueden hacerlo.

Anecdotario don Pepe

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