DICIEMBRE DE 1948 – INVASIÓN POR LA FRONTERA NORTE
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A las once de la noche del día 10 de diciembre de 1948, el doctor Rafael Angel Calderón Guardia, junto con un grupo de sus partidarios, que desde tiempo anterior se encontraba en Nicaragua, pasó la frontera Norte y tomó la población de La Cruz.
Copiamos a continuación algunos párrafos de la proclama que en esa oportunidad lanzó el ex-presidente Calderón Guardia a los costarricenses:
Al salir de Costa Rica prometí volver. Ya he cumplido mi palabra, he venido a restablecer el imperio de la libertad y del orden que ha caracterizado a nuestra patria en el concierto de las naciones civilizadas. No vengo con ánimo de revancha. Mi propósito es precisamente restaurar el ambiente noble y apacible que un grupo… dirigido por… José Figueres, destruyó en pocos meses de detentación del gobierno. —No pretendo quedarme en el poder. Se convocará una constituyente restricciones de ninguna especie, y no con imposiciones previas como la que Figueres reunió, a fin de que el pueblo por su medio organice libremente el país, de acuerdo con su voluntad soberana. Pido a todos los costarricenses de buena voluntad y sano juicio que se unan al movimiento que con fuerza incontrastable he iniciado. Tengo credenciales para hacer ese llamado. En el poder supe conservar las líneas básicas de nuestra democracia. A nadie se hizo preso por sus ideas políticas, a nadie se despojó de sus bienes ni se hostilizó en sus negocios o actividades; a nadie se extrañó del país, salvo al propio Figueres… Las reformas sociales que realicé en bien de los trabajadores fueron inspiradas por mi credo cristiano; jamás por doctrinas soviéticas. Solo para enmendar los errores de ese cercano pasado tan breve pero tan angustioso y humillante para la República, volveremos los ojos atrás. Nunca para venganzas. De ese modo cabrán bajo nuestras victoriosas banderas todos los ciudadanos amantes de su patria, aun aquellos que por ofuscación momentánea estuvieron en las filas contrarias… Con fe absoluta en nuestra causa, insto a todos mis conciudadanos a seguirme. Por mi parte, estoy resuelto a luchar sin descanso, con todas las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma, hasta ver realizados mis ideales. Es preferible morir de pie que vivir de rodillas…
Apenas tuvo la junta de gobierno noticia de la invasión calderonista, dispuso rápidamente repelerla movilizando gran número de fuerzas a la zona de los acontecimientos.
Hubo algunos combates ligeros en El Amo, La Cruz y otros sitios sin que el gobierno definiera la situación pues los revolucionarios atacaban y luego se retiraban.
En el sitio llamado El Murciélago, el 20 de diciembre, perecieron sensiblemente todos los integrantes de la brigada de la Cruz Roja, formada por el doctor Antonio Facio Castro, ingeniero Jaime Gutiérrez Braun, presbítero Jorge Quesada González, licenciado Oscar Mainieri Ibarra, Jorge M. Delgado Flores y Edgar Ardón Brenes.
Las fuerzas del gobierno pudieron recuperar la población de La Cruz sin disparar un solo tiro. En la vecina localidad de puerto Soley fue colocada inmediatamente una pequeña fuerza, pero el 25 de diciembre, ésta fue atacada súbitamente por los revolucionarios, y tomada prisionera casi en su totalidad; en el combate perecieron el licenciado Eloy Morúa Carrillo, y los señores Bernal Vargas Facio, Efraín Roldan Pérez y Víctor Manuel Víquez Arguedas. Los prisioneros fueron llevados a Nicaragua donde el gobierno de ese país hermano los remitió a San José inmediatamente.
Como medida de seguridad la Junta de Gobierno había ordenado la detención de los principales elementos calderonistas y comunistas, tanto de la capital como de otros lugares del país. Días después tuvo lugar un hecho a todas luces inhumano y vergonzoso. De la cárcel de Limón fueron sacados el día 19 de diciembre los señores Federico Picado, Tobías Vaglio, Octavio Sáenz y otros tres más sindicados de ser destacados miembros del partido comunista en aquel puerto. Debidamente custodiados fueron puestos en el tren aparentemente para traerlos a la capital, pero en un punto del camino, conocido con el nombre del Codo del Diablo los hicieron bajar, y en una especie de zanja, al lado de la vía, los acribillaron a balazos. Los cadáveres de esos desventurados fueron encontrados después aún con las manos esposadas a la espalda. Este crimen habrá de merecer siempre la condena de toda persona decente.
Alrededor de un mes estuvieron los revolucionarios en su sistema guerrillas, entrando y saliendo de nuestro territorio, hasta que al fin se retiraron a Nicaragua. Es indudable que ellos esperaban algunos levantamientos en el interior del país, pero por las rápidas medidas tomadas por la junta de gobierno, no se presentó ninguno, y los revolucionarios juzgaron entonces que debían retirarse considerando el movimiento fracasado.
Esta invasión trajo como consecuencia serias molestias entre el gobierno de Nicaragua y la junta de gobierno de Costa Rica, al extremo de que delegados especiales de la Comisión Internacional de Seguridad vinieron a ambos países a investigar las quejas, arreglándose luego todo satisfactoriamente.
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