Los años de formación
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El desarrollo económico de Costa Rica durante la segunda mitad del siglo XIX costarricense, se expresó por la expansión de las actividades agrícolas, principalmente del café, hasta 1880, hacia la zona occidental del Valle Central, hasta la ciudad de San Ramón y, luego, hacia el este hasta la ciudad de Turrialba, Junto a esta expansión, también el cultivo de la caña, por el norte y el este del Valle Central, y el desarrollo de las ciudades y de la vida urbana. Estas actividades fueron suficientes para emplear la mano de obra nacional.
El desarrollo demográfico de ese siglo fue caracterizándose por un dinámico crecimiento, que en la práctica, cada veinte años duplicaba la población, pasando de 30.000 habitantes en 1800 a 350.000 en 1890 y menos de 600.000 en 1912, con una expectativa de vida de 30 años en 1800, de 35 en 1900 y 45 en 1943.
Las inversiones extranjeras para la construcción del ferrocarril, minería, banano, electricidad y otras actividades estimularon los procesos migratorios laborales que alcanzaron más de 50.000 migrantes en la segunda mitad del siglo XIX, siendo uno de los procesos migratorios más grandes el español que en 1895-1896 hizo llegar 5.500 personas.
El período de 1890 a 1912 fue de gran transformación urbana y económica. Surge la gran propiedad agraria y capitalista, se desarrollan procesos industriales urbanos de cervecerías, jabonerías, textileras y telares, tipografías, industrias de refrescos, de talleres de ferrocarril, de tranvía y de puertos, de inicios de la electrificación, de la construcción urbana acelerada, y de grandes edificios, principalmente en la capital y las cabeceras provinciales del Valle Central.
Este período igualmente hizo surgir cambios empresariales significativos, haciendo surgir las modernas empresas, que superando los talleres artesanales dieron origen a las organizaciones industrial capitalistas y sociedades anónimas, pero también provocando el cambio en la organización obrero laboral dando paso de las sociedades mutualistas y de trabajadores a los modernos sindicatos.
La inversión extranjera del mismo modo había alcanzado gran desarrollo y despliegue. Con el inicio de la construcción del ferrocarril a la costa atlántica, en 1870, se estimularon a partir de 1884 los cultivos de banano, en la región atlántica y las explotaciones mineras en el norte del país, que dio origen al segundo ciclo minero nacional desde 1884 hasta 1926.
La actividad económica financiera igualmente se levantaba con varios bancos en manos de capital nacional y extranjero.
El proceso educativo hasta 1888 había estimulado la educación pública, con apoyo municipal y estatal, aseguró la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria desde 1869, y estimuló la enseñanza de mujeres después de 1847 y a partir de 1888 la fortaleció con la educación secundaria. Desde 1843 hasta 1888 impulsó la educación universitaria, con el establecimiento de la Universidad de Santo Tomás. A su clausura, en 1888, se mantuvieron activas las escuelas de Derecho, de Farmacia y Bellas Artes.
La Reformas educativas de 1882 establecieron la laicización de la enseñanza, las de 1885 y 1886 mejoraron los contenidos de la formación educativa, a partir de 1890 se orientaron a la mejor formación de profesores, y en la primera década del siglo XX estimularon la coeducación, y con la fundación de la Escuela Normal en 1914 fortalecieron la preparación de maestros, con compromiso social. Estas reformas constituyeron los pilares de la formación de los futuros ciudadanos que se desarrollaban en el auge de la República Liberal.
Las reformas liberales propiamente dichas, las grandes reformas jurídicas entre 1882 y 1888, el sistema de partidos políticos y de procesos electorales que surge a partir de 1889, crearon las condiciones para que a finales del Siglo XIX se consolidara una nacionalidad e identidad costarricense, se exaltaran valores y símbolos nacionales, acompañados de sentimientos de patriotismo y nacionalismo, y se formaran las instituciones claves de esta nueva realidad.
Ese año de 1889 el Presidente José Joaquín Rodríguez propone el reconocimiento de voto para la mujer, sin que se aprueba su inquietud, como parte de los nuevos acontecimientos políticos que surgen.
A esto se sumaban varios elementos claves de la construcción del Estado nacional y de la identidad costarricense.
Primero, el desarrollo de libertades individuales que se iba estableciendo y reconociendo en el proceso constitucional, base de la cultura democrática nacional, que aún bajo la conflictividad político militar y la crisis del constitucionalismo, en el período 1821-1871, se mantuvieron y desarrollaron.
Segundo, el control de los militares por los civiles logrado desde 1869, bajo el gobierno de Jesús Jiménez Zamora, afirmado luego en 1871, bajo el gobierno del General Tomás Guardia Gutiérrez, con el Código Militar y consolidado con la abolición de la pena de muerte en 1878 y 1882, ya con rango constitucional.
Tercero, la separación de la Iglesia y el Estado que se logra con las reformas liberales de 1884.
Cuarto, el fortalecimiento del régimen municipal, y de la division territorial administrativa, también bajo el gobierno de Guardia, que contribuye a una mayor distribución de poder y alivia la lucha por el poder político central.
Quinto, el establecimiento de una Constitución Política, la de 1871, que aunque muy presidencialista y centralista en el Poder Ejecutivo, permitió por su sistema flexible fáciles y constantes reformas que dirimió mucho el conflicto político militar, que había precedido el período, desde la Independencia hasta 1871.
Sexto, el vínculo e inserción en el mercado mundial, especialmente europeo, que había logrado estabilidad económica nacional y facilitaba, con lo anterior, la mayor estabilidad política de estos años.
Sétimo, el desarrollo de un sistema de partidos políticos y de participación ciudadana más activo a partir de 1889.
La cultura nacional, aparte del sistema educativo, estimulaba la gestación de producción de periódicos, de lectores de libros, revistas, nacionales y extranjeras, de formación de bibliotecas, la nacional, una obrera y de colegios, y la existencia de librerías.
Igualmente, hizo surgir una literatura nacional y un grupo de intelectuales y pensadores que, desde 1890, se fueron perfilando como un sector contestatario a los valores y la cultura dominante de carácter oligárquica burguesa y promotor de valores populares y obreros, por los que muchos de sus miembros asumieron, en los primeros años y décadas del siglo XX, compromisos en las luchas nacionales, patrióticas, obreras y antiimperialistas. Entre ellos destacaron los científicos Jiménez Rojas, Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge, José María Zeledón Brenes, Carmen Lyra, Omar Dengo. Pero, también, personalidades latinoamericanas como José Martí, con sus dos visitas al país, Ruben Darío, o Manuel Ugarte quien visitó Costa Rica en la década de 1910.
El desarrollo principalmente de la actividad bananera, la fundación de la United Fruit Company, a partir de marzo de 1899, y los mecanismos que ejerció sobre los productores nacionales de la producción, muchos de ellos grandes y ricos empresarios cafetaleros, hizo surgir desde 1901 hasta 1936 una protesta sostenida de estos sectores contra las políticas de inversión y de contratos con empresas extranjeras, y de rechazo de sus claúsulas que fueran contrarias al interés nacional o que afectaran productores nacionales.
Así, desde 1901 algunos de estos grandes cafetaleros llevan a cabo denuncias contra el imperialismo en Costa Rica. Luego, durante el gobierno de Cleto González Víquez (1906-1910), el diputado Ricardo Jiménez Oreamuno abanderado de estos sectores nacionales impulsa más estas luchas, que terminan con la participación de los sectores empresariales y oligárquicos en la oposición que llevan a cabo a la aprobación del Tratado de Comercio bilateral con Estados Unidos en 1936.
Igualmente, durante estos años, frente a la política del Gran Garrote y del intervencionismo militar y de aduanas, de los Estados Unidos en el Caribe, se desarrolla una gran cantidad de movimientos nacionalistas y antiimperialistas con importante participación, no solo de sectores obreros y populares sino también de los sectores intelectuales y de las clases altas, cultas y dominantes del país.
Acababa de pasar la guerra hispanoamericana, en la cual Estados Unidos disputaba a España las colonias de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, se adueña del territorio de Guantánamo en Cuba y había influido en la independencia de Panamá para apropiarse del canal, que inicia su construcción con la Independencia y termina en 1914, año que intervienen militarmente en Nicaragua, también con la intención de impulsar un canal, que tiene de fondo el Tratado Bryan Chamorro, que compromete seriamente la soberanía de Honduras, el Salvador y Costa Rica, motivo por el cual se llevó a pleito a la Corte de Justicia Centroamericana.
En 1906, en este ambiente, con fuerte presencia de la migración española de finales del siglo XIX y de huelgas obreras, de 1901 y 1903, dirigidas por el español Juan Vera, que fue expulsado del país por ese motivo, a quien se asociaba a las corrientes anarquistas españolas, llegó a Costa Rica el Dr. Mariano Figueres Forges y su esposa, embarazada, Francisca Ferrer Minguela, conocida como Paquita, ambos de origen catalán y católicos. El médico, graduado en la ciudad de Condal, con gran cultura e ilustración, ella maestra del Instituto Pedagógico de Barcelona.
Le aconsejaron para vivir la ciudad de San Ramón en el extremo occidental del Valle Central, apacible, rural, pero de gran contenido cultural e intelectual, pues había sido el reducto a finales del siglo XIX de los perseguidos políticos y liberales, intelectuales de gran valía como Julián Volio, que por extrañamiento eran confinados a ese lugar. Acepta como primer trabajo la Medicatura de Pueblo en esta ciudad, donde inicia sus actividades profesionales el Dr. Figueres, luego de lograr los reconocimientos de su título. A las pocas semanas de su llegada nace su primogénito, el 25 de setiembre de 1906, a quien llamaron José María, de ojos azules intensos. La formación intelectual y la cultura de sus padres contribuirá enormemente en la formación del niño y joven Figueres.
Le siguieron luego tres hermanos, dos mujeres, Luisa, nacida en San Ramón, y Carmen con su hermano menor Antonio, nacidos en San José.
Su infancia transcurrió en un hogar comedido, económicamente estable, sin indulgencia para la escuela, la ropa, o la mesa. Físicamente se desarrolló bien, pero bajo de estatura.
Aquí inicia sus estudios primarios y hace amigos que le fueron de por vida, especialmente Francisco Orlich Bolmarcich.
Cuatro años más tarde el Dr. Figueres se traslada a trabajar cerca de la capital, y en mayo de 1910 se establece por breve tiempo en Escazú y luego en Santa Ana, dos poblados al sur oeste de la capital, de tradición campesina. Su familia permanecía en San Ramón donde el niño José Figueres termina sus estudios primarios, nutriéndose de una educación que formaba valores para la acción ciudadana, la vida cívica, popular y la democracia.
Desde pequeño destacó su inteligencia, su capacidad reflexiva, su disciplina para la lectura y el estudio. Le llamó la atención las ciencias exactas, la matemática, la física y especialmente la electrónica y la telegrafía inhalámbrica.
La vida en el campo le formó un carácter reservado, “sorprendentemente tímido” afirma su primera esposa Henrietta Boggs, que impedía una aproximación cercana, excepto para sus íntimos, y una expresión gestual intensa, especialmente en sus manos.
También le hizo ser parco en el hablar familiar, muchas veces monosilábico, le forjó una gran disciplina y control de sí mismo, el levantarse muy temprano, tomar un desayuno ligero y aprovechar el tiempo libre en la lectura. Le dio aureola de sinceridad, confianza y benevolencia, de sentido paternal y tradicional.
Finalmente, se traslada el Dr. Figueres a San José, donde estableció la Clínica Figueres, ubicada 75 metros al oeste de la esquina noroeste del parque Morazán, en el centro de la ciudad, a cien metros del cordón de talleres tipográficos e imprentas de la ciudad, a 50 metros de una modesta Librería y a 150 metros de la Biblioteca Nacional.
La Revolución Mexicana influirá en el ambiente intelectual y político latinoamericano y nacional.
Las reuniones de Washington desde finales del siglo XIX y principios del Siglo XX introducen la discusión de las relaciones económico comerciales de nuestros países y, hace surgir corrientes unionistas centroamericanas, en las que Vicente Saénz destacará.
En 1913 fundada la Confederación General de Trabajadores, al impulso del Centro de Estudios Sociales Germinal, se inician en el país las celebraciones del 1º de mayo como día internacional de los trabajadores.
En 1917 José Figueres, terminados sus estudios en la Escuela pública, se traslada a estudiar la secundaria a San José, al lado de su padre.
Ingresa en 1918 a los estudios de secundaria en el Colegio Seminario, de tradición católica. El Seminario no le fue de mucho agrado, pues era una imposición de su padre. Prefería la enseñanza laica en colegio público o liberal. Muestra aquí su primera inconformidad. Se graduó de Bachiller en Humanidades
En 1917 se había producido el Golpe de Estado contra el gobierno de Alfredo González Flores (1914-1917), como reacción a sus importantes reformas político institucionales, entre ellas la de la Tributación Directa, estableciendo políticas de impuestos que pesaran sobre quienes más capacidad tenían de pago, de manera que “los ricos pagaran como ricos y los pobres como pobres”, las que se negaron a pagar la deuda política de la campaña electoral de 1913 porque no había condiciones para pagarla, enfrentándose a todos los partidos políticos, las prohibir la exportación de oro y plata con lo cual se enfrentó a los intereses de las compañías mineras, y la de creación de un Banco Estatal, denominado Internacional de Costa Rica, que asumía el carácter de banco emisor y ejercía control sobre los privados obligándolos a establecer una porcentaje mínimo diario, “encaje mínino legal”, para asegurar a los ahorrantes y estimular políticas de crédito.
Se negó también el gobierno de González Flores a aprobar una modernización del Ejército del país y transformarlo como quería los Estados Unidos en una Guardia Nacional o Guardia Civil, como las que impulsaron en el Caribe, con lo cual también se enfrentó a los intereses militares locales y extranjeros. Igualmente, impulsó juntas de crédito rural para estimular la producción y apoyar al campesinado durante el período de la guerra mundial.
El Golpe de Estado fue precedido de una intensa campaña contra el gobierno, la cual no fue ajena a los jóvenes de la época, incluso Figueres. Grandes manifestaciones se hicieron de apoyo a la caída del gobierno.
El nuevo gobierno, de facto, de Federico Tinoco Granados, desarrolló un autoritarismo feroz. Suspendió la Constitución de 1871 y ejerció una represión enorme y cerró periódicos.
A las pocas semanas se organizó la resistencia y la lucha por volver al constitucionalismo y la vida cívica republicana. Aún cuando el gobierno elaboró una nueva Constitución Política, que establecía una artículo avanzado relacionado con la seguridad social, cayó en 1919 por la presión de la lucha político militar y popular.
En la Asamblea Constituyente de 1917 se volvió a plantear la cuestión del reconocimiento de voto de la mujer sin que se aprobara.
A la caída del gobierno de Tinoco no se rescató lo nuevo de la Constitución del 17 y se continuó con la neutralización de las políticas reformistas de Alfredo González Flores.
Al golpe de Estado de Tinoco le siguió el fracasado intento insurreccional militar de febrero de 1932, llamado Bellavistazo, por el cuartel que fue tomado para ese efecto.
Estos acontecimientos influyeron en Figueres, tanto en el papel de los militares como en lo de las reformas políticas que estaban en discusión. Además, porque el movimiento antitinoquista recogió en la lucha lo mejor de la intelectualidad y del movimiento popular.
En su pueblo natal San Ramón se habían dado luchas importantes. Julio Acosta García, quien asumiría la presidencia de la República (1920-1924) se destacó en las luchas político militares como líder la llamada Revolución del Sapoá y en su ciudad San Ramón, donde las familias cercanas a los Figueres lucharon activamente contra la dictadura.
La tradición liberal progresista se impuso de nuevo en la vida nacional. En la misma medida que se iba ir olvidando a los Tinoco se iba a rescatar la trascendencia de Alfredo González Flores, quien llega a inspirar a Figueres.
El siguiente acontecimiento importante que encendió el ánimo nacional fue la disputa de límites con Panamá en 1921, ocasionada por el interés de las compañías petroleras de disputarse regiones que se consideran con yacimientos en la región fronteriza.
Durante toda la década del 20 por la presencia del estudiante venezolano José Sotillo Picornell, que funda en Costa Rica la Unión Libertadora Venezolana, se llevan a cabo actos de solidaridad con la lucha del pueblo venezolano contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. En 1927 esta lucha hace posible que lleguen exilados al país dos estudiantes venezolanos, que se integran inmediatamente a estas luchas y también a las antiimperialistas existentes en el país: José Palacios y Rómulo Betancourt, ambos ligados, luego, a la fundación del Partido Comunista de Costa Rica en 1931.
A partir de la década del 20 se va a apreciar, cada vez más el rechazo a los gobiernos dictatoriales y militares en la región: Juan Vicente Gómez en Venezuela, Manuel Estrada Cabrera en Guatemala, y los que surgen en la década del 30 que se prolongan hasta mediados del 40: Anastasio Somoza en Nicaragua, Maximiliano Hernández Martínez en el Salvador, Jorge Ubico en Guatemala, Tiburcio Carías en Honduras.
Charreteras, botas, rifles y espadas contra las democracias; pobreza, sumisión, terror, falta de libertad sobre los pueblos; las repúblicas de los Generales contra las Democracias empezaba a perfilarse como parte del análisis de la realidad política que iniciaba Figueres. Veía como se debilitaba la sociedad civil con la presencia y poder militar.
Por tradición de su familia heredaba sentimientos anticlericales y por el espíritu nacional imperante no fue practicante religioso. Años más tarde la alianza de Franco con la Iglesia, y de los comunistas y la iglesia costarricenses le acentúa su anticlericalismo.
Muchacho muy inquieto y ávido de conocimientos. Por su tradición aprende el idioma catalán, por su vida el español, pero, por su propia iniciativa se empeña en aprender el inglés, que lo llega a perfeccionar como una lengua materna.
Le llama la atención y siente vocación por el estudio de la ingeniería eléctrica, lo que le lleva a contactarse e inscribirse, por correspondencia, en los estudios de la Escuela Internacional de Scranton, de Pensilvania. Estados Unidos, donde fija metas de llegada. Con su profesor Fidel Tristán practicó la radiofonía que lo puso momentáneamente en contacto con otros estudiantes del Liceo de Costa Rica, entre ellos Manuel Mora Valverde, también inquieto en esta materia.
Su padre vinculado a los grupos catalanes de la ciudad participa activamente de tertulias políticas que llevaban a cabo en la Imprenta Alsina, donde era frecuentemente acompañado por su hijo José.
Este ambiente, y sus inquietudes intelectuales, lo llevaron rápidamente a iniciarse en las lecturas de pensadores clásicos como Smiles, Marden y Spencer.
Los años de 1919 a 1921 fueron de intensa agitación político social nacional, no solo la lucha por el retorno al constitucionalismo y la democracia, sino también las luchas obrero populares, la oleada de huelgas de este período, que logran durante el año de 1920 el reconocimiento y establecimiento de la jornada de 8 horas de trabajo, el reconocimiento del derecho de huelga y de organización sindical, en un decreto de Gobierno y, se intenta, con influencia anarquista, una huelga general en 1921, que es suspendida por el conflicto de límites con Panamá.
En 1922 termina sus estudios secundarios. Nuevos amigos hace en el colegio. Junto a Francisco José Orlich Bolmarcich sus más cercanos son Alberto Martén y Juan de Dios Trejos, También compañero de estudio es Francisco Calderón Guardia.
Para Figueres, la Costa Rica de su época adolescente no había desarrollado una democracia social ni económica, apenas una débil de carácter cultural basada en la gratuidad de la enseñanza. Era socialmente dividida, donde predominaba el campesinado y aparecían núcleos obreros y había una fuerte plutocracia cafetalera.
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