Contrarrevolución
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Capítulo 46
Contrarrevolución
…Amagos de revolución nuevamente. Los calderonistas exiliados en Managua, con las armas que se habían llevado y con la ayuda del dictador Somoza, invaden Costa Rica por la zona del Guanacaste y se apoderan de la población fronteriza de La Cruz.
Los estudiantes universitarios se reúnen y están dispuestos a empuñar las armas para defender las libertades recién conquistadas. De ninguna manera se permitirá el avance de quienes pretendieron establecer una dictadura apoyada en las bayonetas y disimulada con elecciones fraudulentas cada cuatro años. Empieza el enlistamiento y Federico llega a concentrarse en el Tennis Club con varios de sus compañeros y algunos otros estudiantes, pertenecientes a las escuelas de derecho y de cirugía dental.
En las primeras horas de la noche de un martes, rugen los motores de las vagonetas de Obras Públicas y alguien da la orden de abordar. Todos aquellos muchachos, arrollados en cobijas, se acomodan en las góndolas y la caravana parte rumbo a las inmediaciones del Guanacaste para ocupar un campamento de la carretera en construcción, por la zona de Guacimal.
Al pasar por Heredia, el ruido de los motores despierta a los vecinos y algunos se asoman por las ventanas y las puertas para decir adiós con la mano y desear buena suerte a los noveles combatientes. Federico piensa en que, mientras tanto, a tres cuadras de allí, su madre seguro estará desgranando el rosario con una velita prendida frente al Corazón de Jesús.
El camino es largo y el transporte incómodo; sin embargo hay optimismo y alegría entre los participantes. Quizá se trata de esa alegría propia de la juventud y también de un poquito de irreflexión, al no medir los peligros que realmente podrían afrontar al establecer contacto con fuerzas invasoras. En las primeras horas del viaje, se cantó y también se contaron algunos chistes, hasta que el sueño fue venciendo las resistencias y cada quien, buscando la posición más favorable, se fue quedando dormido teniendo por cama el piso de la góndola y por almohada su maletín o el hombro del compañero más cercano.
Al amanecer, ya se oían los congos y las cigarras de las bajuras puntarenenses. Se acercaban al campamento en donde permanecerían en entrenamiento y reserva para avanzar hacia el frente algunos días después.
Mientras tanto, se recibe la noticia de que las fuerzas del gobierno habían atacado el aeropuerto de El Amo en La Cruz. En la operación se tomaron algunos prisioneros de las filas invasoras entre los cuales venían soldados de la Guardia Nacional de Nicaragua, por lo que Costa Rica presentó una protesta formal ante la OEA. En la operación perdió la vida Jaime Mena, del ejército del gobierno, y resultaron heridos Agustín Trejos Fernández, Eduardo Alvarado Portuguez, Florentino Castro Monge, Alfredo Carballo Quirós, Hernán Campos Benavides y Manuel Chavarría Aguilar.
El grupo acantonado en Guacimal decide autodenominarse Batallón Universitario y su dirección se le encomienda a Miguel Ruiz Herrero, veterano de la primera etapa de la revolución y hombre cuyo valor ya ha sido sometido a prueba.
Una madrugada cuando aún estaba oscuro, se oyeron algunos disparos y rápidamente se dio la orden de formar filas y avanzar hacia la zona en que se habían escuchado los tiros. A Federico le encomendaron un área determinada; hubo muchos minutos de un silencio escalofriante; se hacía largo el tiempo hasta que al fin se escucharon unas voces cercanas; se les ordenaba volver al campamento. Lo que había sucedido era que unas vacas habían tropezado con un tronco y se habían caído. Los que estaban de guardia en la zona, sin saber de qué se trataba, se asustaron y comenzaron a disparar.
La noche siguiente, a pesar de la zozobra, hubo un poco de alegría: llegaron grandes cajas con manzanas y uvas que enviaban las Damas Blancas de la Cruz Roja. Ellas, en un gesto muy noble, recogieron contribuciones para enviar esos regalos a los soldados en la noche de Navidad. Era 24 de diciembre de 1948.
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