¿Entregado a Reagan?
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-Se le criticó mucho su posición frente a Ronald Reagan, en el momento más álgido de la Guerra Fría para América Central.
-Mi respuesta a las críticas fue que Costa Rica siempre ha necesitado del apoyo de Estados Unidos y de la Casa Blanca, pero que las circunstancias eran tan difíciles que ese apoyo y esa comprensión eran, de verdad, apremiantes. Yo busqué y obtuve el apoyo del Presidente Reagan. A quién debía yo buscar en la Casa Blanca no era un asunto de los costarricenses. Era un asunto del pueblo norteamericano. Si el pueblo norteamericano me hubiera puesto a un presidente demócrata, también lo hubiera buscado.
-¿Cómo se llevó adelante todo esto?
-Para lograr nuestro objetivo en lo interno y en lo externo, era indispensable una estrategia internacional. Un punto básico era lograr una comunicación fluida con la Casa Blanca. Existían indicios de que el grupo republicano que encabezaba el Presidente Ronald Reagan, no disponía de información correcta sobre el Partido Liberación Nacional y sus dirigentes. Había indicaciones de que particularmente a don José Figueres y a don Daniel Oduber no les tenían simpatía, para decir lo menos. Como presidente electo, hicimos dos viajes a California para hacer contacto con el llamado “Kitchen Cabinet” del Presidente Reagan, un grupo de empresarios que eran amigos personales del presidente. “Seguramente fue acertada esa estrategia, porque en junio de 1982, a pocas semanas de inaugurarse la nueva Administración, ya se encontraba en Washington D.C. una comitiva de gentes de mi gobierno, con representantes del sector empresarial y de otros sectores de nuestro país. Yo la encabezaba.
“Este fue el comienzo de una relación que acarreó indudables beneficios a Costa Rica. Hubo una invitación para que yo dictara un discurso en el Foro Mundial de Elecciones Libres y Democracia, patrocinada por el propio Presidente Reagan. También tuvimos una visita del Jefe de la Casa Blanca a Costa Rica, y una invitación imprevista para una conversación en la Casa Blanca. Me desplacé desde Miami, en donde me encontraba presidiendo una delegación costarricense en la Conferencia de Países Centroamericanos y del Caribe, patrocinada por la Fundación Rockefeller”.
-Muchos dicen que el país puso en juego su dignidad.
-Expresamos con franqueza al Presidente Reagan que Costa Rica no necesitaba ayuda económica para armamento bélico. Pero sí estábamos urgidos de colaboración rápida para superar los agudos problemas económicos y sociales que enfrentábamos. Convencimos al mandatario estadounidense; a su vicepresidente, George Bush; a su Secretario de Estado, George Schulz, y otros altos personeros de gobierno, que era del interés vital para los Estados Unidos ayudar a preservar la única base democrática y en paz de América Central, que representaba Costa Rica. Insistimos en nuestra tesis de que si esa base era arrollada por la ola ideológica y bélica que impulsaban el Bloque Soviético y Cuba, a Estados Unidos sólo le quedaban los ´marines´ y los ejércitos centroamericanos. Ambos factores eran repudiados por los pueblos latinoamericanos, y sería casi imposible conseguir solidaridad latinoamericana para atajar el avance del comunismo.
-Se decía que Costa Rica recibió un millón de dólares por día y que no hubo un buen análisis de prioridades, que generó que le diera importancia a proyectos que no eran tan urgentes.
-Eso no fue así. Si bien es cierto que recibimos mucho dinero, esos recursos eran urgentes e imprescindibles para salir adelante. El país estaba con el agua al cuello. Tanto los funcionarios claves citados, como otros a distintos niveles de la Administración Reagan, mostraron una actitud abierta y comprensiva para Costa Rica.
“Por medio de diversos programas recibimos el apoyo que necesitaba el país. Con cartas directas a la Casa Blanca, presenté varios proyectos. Algunos se convirtieron en realidad y otros no. La más importante de estas propuestas epistolares fue el proyecto de la creación de la Universidad EARTH, para las áreas del trópico húmedo del Hemisferio Occidental. Es una universidad que, por el método de aprender haciendo, difunde el conocimiento de las ciencias agrícolas, desarrolla una mente empresarial en sus estudiantes, y les enseña cómo armonizar el crecimiento de la producción y la productividad con la protección del ambiente. Todo dentro de un marco de sentimientos de solidaridad frente a los problemas de pobreza y la promoción de los valores que dan sustento a sistemas institucionales de vida en libertad. Se nos dieron los recursos para el arranque de este trascendental proyecto”.
-Fue un fundamento para las críticas del supuesto “Estado paralelo”, que, según sus opositores, dirigía la AID.
-Así es. No previmos que miembros de la futura administración Arias Sánchez, que habría de instalarse el 8 de mayo de 1986, harían oposición. En parte porque un importante asesor extranjero declaró que instituciones como CINDE y la Escuela Agrícola para Región Tropical Húmeda (EARTH) constituían un programa para instaurar un Estado paralelo bajo control estadounidense. Después, se agregó que el gobierno necesitaba ese dinero para problemas más urgentes del momento, y que en Costa Rica existía una excelente Escuela de Agronomía en la Universidad de Costa Rica. Se instigó a las universidades públicas para que hicieran declaración dirigida a los diputados y a la opinión pública en general.
“El proyecto de ley no pudo lograr su trámite legislativo antes del 30 de abril de 1986 y no fue sino hasta cinco meses después, en octubre, cuando se produjo el decreto legislativo, precedido de mucho cabildeo. Dichosamente, varios miembros del gobierno Arias Sánchez convencieron al Presidente de que oponerse a la creación de lo que ahora se conoce en el mundo como Universidad EARTH era un error en perjuicio de Costa Rica y Latinoamérica. La EARTH goza de gran prestigio académico y científico.
-Muchos criticaron su actitud frente a Estados Unidos aduciendo que era muy entreguista.
-Dimos expresión plena al fiel acatamiento de la vocación pacifista de nuestro pueblo, que no desea restablecer el ejército, que no desea invertir en armamentos, que rechaza la guerra. Pueblos antiguos creían que la guerra era la racionalidad última de la política, pero los costarricenses creemos que la guerra es el fracaso de toda política. Una política de paz era el imperativo ineludible. Costa Rica no es una potencia política, ni puede serlo. Costa Rica no es una potencia militar, ni quiere serlo. Costa Rica es una potencia espiritual, porque el pueblo practica una fe viva en la fuerza del sentido común. A eso respondió la política de la neutralidad de Costa Rica. Nos comprometimos a servir de buena fe a la causa de la mediación y la conciliación, y a realizar toda gestión y obra humanitaria que fuera posible en los casos de conflicto, inclusive de carácter bélico.
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